Andrés Felipe Vera
“La magia es solo ciencia que no entendemos aún”, decía el escritor británico de divulgación científica y ciencia ficción Sir Arthur Charles Clarke.
Para mí, mucho de lo que intento aprender día a día es aún “magia” y es precisamente esa una de mis mayores motivaciones diarias para adentrarme en diferentes ciencias, en artes, en humanidades, en diseño, en ingenierías y en campos que a veces solo caben bajo la categoría “ninguno de las anteriores” – o en los espacios de intersección e inexplorados de todas las anteriores-.
Desde hace dos años comencé como el menos científico de un equipo diverso de jóvenes con reconocimiento nacional e internacional que decidieron hacer divulgación científica de otra forma: Clubes de Ciencia Colombia.
Los límites de la palabra
Tras más de 10 años en radio y prensa, he aprendido bien el poder de la palabra, pero también entiendo sus límites. Hablar bien – o mucho- no es siempre igual a “divulgar”. “Divulgar”, según la Real Academia de la Lengua, significa “publicar, extender, poner al alcance del público algo”.
Con frecuencia, al hablar con un científico sobre su investigación, quisiéramos tener un ‘traductor’; nos pasa al hablar, pero también nos pasa al leer, y nos pasa no solo con las palabras, si no al ver fórmulas matemáticas, químicas o físicas; al ver un algoritmo en distintos lenguajes de programación. Nos pasa a la mayoría de nosotros, pasa a veces con intentos de “divulgación” y pasa entre científicos.
Invitar a experimentar, también es divulgar
– “Yo soy de esas personas que les gusta mucho estudiar, estudiar cualquier tipo, pero obviamente el sistema educativo de Colombia nos ha hecho pensar que el estudio es algo aburrido, algo monótono, algo repetitivo y algo obligatorio, acá no es obligatorio, entonces eso es como lo chévere de estar acá en Clubes de Ciencia.
– (…) eso hace que nazca como un sentimiento más de amor por el conocimiento porque usted se mete más en el tema de lo que está escuchando y usted quiere seguir, seguir y seguir (…)», me dijeron dos de los lo más de 4000 estudiantes que han participado en Clubes de Ciencia Colombia hasta hoy.
La experiencia nacional e internacional ha probado que las clases en frente a un tablero, por sí solas, son insuficientes. Algo similar sucede con nuestra visión de la información o la comunicación donde creemos que “publicar” (en el medio que sea) es igual a “poner al alcance del público algo”. Hoy, más que nunca, es necesario y es posible experimentar, también en la divulgación científica.
Es así como nace Clubes de Ciencia, una iniciativa de jóvenes en Boston, EE. UU., cuya misión es expandir el acceso a educación científica de la más alta calidad y motivar a la siguiente generación de científicos, tecnólogos e innovadores del país mediante la creación de redes de talento internacional. La experimentación y el combinar la teoría con la práctica, por medio de la realización de proyectos cortos, enfocados en desarrollar habilidades técnicas y cognitivas, permiten poner al alcance de nuestro público, los jóvenes, esos conocimientos en ciencia y tecnología.
Durante estos Clubes, a través de la construcción conjunta de diversos jóvenes con sus instructores, la curiosidad llega a otro nivel al permitir que palabras y conceptos abstractos adquieran sentido práctico; estos días son en sí mismos un ‘traductor’ que tantas veces necesitan los científicos, pero a la vez, al entender la utilidad y la aplicación de la ciencia, son los mismos jóvenes quienes encuentran analogías y relaciones que permiten ampliar el conocimiento y dar un nuevo sentido a la educación, aún en vacaciones o en tiempo de descanso.
La libertad en la divulgación
Experimentos de universidades como EAFIT, CES o la UPB, entre muchas otras en Medellín y en el país, hoy acercan a los niños a la ciencia de diversas formas. Verlos, escucharlos o leer a quienes hacen parte de estos programas no solo es motivador, sino que inspira a pensar de forma diferente la divulgación de la ciencia, muchas veces pensando como niños.

Cuando se descubren los micros mundos que habitan en nuestro planeta somos conscientes de nuestra relación con el entorno. ©2018 Clubes de Ciencia Colombia Photo Alejandro Vélez Yepes
Con frecuencia, bastan unos segundos frente a un experimento para sentirnos atraídos hacia una u otra ciencia. Las ciencias y el conocimiento nos atraen, pero a veces los científicos -o quienes intentamos divulgarlas- alejamos de las ciencias cuando más necesitamos acercarnos y perderles el miedo.
La falta de comunicación histórica entre las ciencias naturales y humanas y también la desconexión con las artes tiene consecuencias que no siempre dimensionamos pues, entre otras, nos impide abrirnos a nuevas posibilidades. Esta división se da en los colegios, en la educación superior y en la sociedad en general.
Hoy hablamos de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) con artes y humanidades. Es ahí donde son casi infinitas las posibilidades en la divulgación pues está la libertad de explorar tanto en los medios, como en las formas de mostrar la ciencia al abrirnos a campos como el cine, la moda, el teatro, la música, la gastronomía, entre muchas otras.
Asimismo, necesitamos una mayor atención de los medios masivos a la ciencia y a los científicos, quienes también son necesarios en esta experimentación.
Experimentar para aprender
Actualmente, desde el colegio y en la educación media y superior, buscamos enseñar a experimentar y diversas instituciones crean espacios para aprender más sobre método científico y evidencias; sin embargo, eso no es igual a experimentar para aprender. Necesitamos hacer más preguntas; necesitamos arriesgarnos y ensayar con libertad, necesitamos reflexionar, para luego intentar otra vez; necesitamos pensar la experimentación como un derecho universal de niños, jóvenes y adultos.

La curiosidad de los niños y jóvenes son los inventos del futuro. ©2018 Clubes de Ciencia Colombia Photo Alejandro Vélez Yepes
Es precisamente eso lo que busca Clubes de Ciencia Colombia, aceptar el error o los resultados negativos como parte del camino, aprender de ellos y seguir adelante, analizando los motivos y tomando acciones.
Un ecosistema para la divulgación
Hoy hemos comenzado a pensar y a empezar a valorar lo que la naturaleza nos ha intentado enseñar desde sus comienzos: los ecosistemas.
Inspirados en esta visión, es necesario pensar cómo conectar en un mismo sistema a los medios masivos, a todas las entidades que tienen que ver con la educación y en general a todas aquellas personas y organizaciones que deseen dinamizar la divulgación científica.
Si bien hasta ahora la ciencia ha sido cosa de pocos, el siglo XXI es visto como la posibilidad de un nuevo Renacimiento gracias a la ciencia y a la tecnología, sin olvidar lo humano. En época de retos complejos que requieren de todas nuestras capacidades, son más necesarias que nunca la cocreación y la colaboración y la imaginación no solo en la investigación, sino también en la divulgación para juntos hacer “magia” y “ciencia”.